
Una investigación realizada por la Universidad de La Frontera detectó el renacer de araucarias luego del gran incendio de 2015 en Reserva Nacional China Muerta.
El Equipo del Departamento de Ciencias Forestales desarrolla un monitoreo in situ y tareas de restauración en la unidad de Conaf que están dando buenos resultados y se puede mirar el futuro con optimismo.
La emblemática especie del bosque sureño muestra gran cantidad de rebrotes y hay una buena germinación de las semillas. Además, se han plantado varias araucarias por los especialistas. No obstante, la lenga -la otra especie arbórea que acompaña a la araucaria en el bosque- no corrió la misma suerte.
Deberá pasar más de un siglo para que el bosque pueda lograr un aspecto similar al que mostraba antes del fuego de hace 7 años atrás, en la reserva nacional.
El biólogo en recursos naturales Andrés Fuentes, quien lidera el equipo que –desde 2016- trabaja en evaluar los impactos del fuego con miras a restaurar y analizar el comportamiento de este milenario bosque luego del siniestro ocurrido en la comuna de Lonquimay, cuenta que la investigación realizada, demuestra que la araucaria es una especie con una buena capacidad de recuperación post-fuego.
“Probablemente fue una respuesta reproductiva frente al mismo estrés del fuego”, considera.
Fuentes, quien es doctor en Ecología y Biología Evolutiva por Iowa State University (EEUU), explica que el ciclo de vida de la araucaria es muy lento. “Crecen a tasas bastante reducidas en los períodos anuales. Para que se recupere un bosque naturalmente necesitamos a lo menos unos 150 a 200 años”, destaca.
Más allá del monitoreo actual de la reserva, el biólogo de la UFRO destaca que la idea de fondo de este proyecto es que China Muerta se convierta en una estación biológica de largo plazo para monitorear las distintas variables que inciden en la recuperación del ecosistema en su conjunto y desde allí extrapolar sus aplicaciones a otros bosques.