Desigualdad en Chile: mejora tras lo negativo de la pandemia

Desde 1990 hasta 2017 la pobreza en Chile iba en descenso, hasta que llegó la pandemia y golpeó a los sectores con menos recursos. Sin embargo, la última encuesta Casen de 2022 llegó al nivel más bajo de la historia, 6,5% de los chilenos están bajo la línea de la pobreza y un 2.0 está en la extrema pobreza. El índice que mide la desigualdad está también en su nivel más bajo.

 

Cómo se mide la desigualdad

Uno de los coeficientes que mide la desigualdad de los países es el Gini, donde 0 es equitativo y 1 es muy desigual. Con la pandemia Chile subió de un 0,500 a 0,530. Sin embargo, en la última encuesta Casen 2022 llegó al mejor nivel histórico, con 0,47. 

Por primera vez, bajamos del rango 0.5 y 0.59 y hoy estamos en el 0.4 y 0.49, que es desigualdad cercana a niveles peligrosamente altos. Si no se toman medidas correctivas, podría desalentar la inversión y originar protestas y disturbios esporádicos.

Hoy somos el país más desigual del mundo número 28 y el cuarto más desigual de Sudamérica, tras Colombia, Brasil y Ecuador.

Al 2022 el 1% más rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza. Sólo los 9 chilenos más ricos concentra el 16,1%. El 9% que le sigue a este 1% con más riqueza, concentra cerca del 10%. El 50% inferior de la población gana el 10% de la riqueza.

Desigualdad en Chile: La crisis habitacional que preocupa

La pandemia provocó un crecimiento de personas que viven en campamentos que sigue en caída libre. La fundación Techo-Vivienda contó 47.050 personas en campamentos en 2019, cifra que aumentó a 81.643 en 2021. Las cifras de 2023 dan cuenta que nuevamente esto creció con 113.887 habitantes, un 39,5% más.

“Es una cifra no antes vista y que también es una magnitud, que en realidad nos complica a todos mucho. Los principales motivos para irse a vivir a un campamento, son la falta de recursos. De hecho, un 50% de los motivos son de índole económica”. 

“Es por no tener empleo o el alto precio de la vivienda, tanto en arriendo como en propiedad, que imposibilita a muchas familias poder acceder a una” analiza la directora del Centro de Estudios Socioterritoriales de Fundación Techo-Vivienda, Pía Palacios.

La necesidad de quienes viven en campamentos

La pandemia dejó en evidencia otros factores de desigualdad. “Se empezaron a dar cuenta en la situación que estaban viviendo miles de familias a lo largo del país. Que las familias no pueden acceder a agua potable, por lo tanto, no podíamos cumplir con las medidas sanitarias”. 

“De que no podíamos resguardar un distanciamiento físico dentro del hogar o tampoco podíamos aislar a una persona, en una sola habitación, porque en el fondo no tenemos más habitaciones para el resto de la familia”, explica Palacios.

El bienestar ligado a lo que puedo pagar

“La desigualdad de ingresos no sería tan importante, si nosotros tuviésemos acceso, por ejemplo, a ciertos servicios sociales como salud y educación, sin necesariamente tener que pagar» asegurar la economista Amanda Telias de la Universidad Católica.

«Quizás no sería tan importante la desigualdad. En cambio, en nuestro país, está bastante correlacionado el ingreso que tenemos con la capacidad de pagar por una mejor salud, una mejor educación, mejores viviendas o vivir en mejores barrios”, complementa la docente.

“Estas desigualdades ya existían en el país. El problema es que la pandemia vino a profundizarlas y también vino a sacar a la luz las formas en las que se están habitando las ciudades actualmente” aporta Pía Palacios.

La salud y la educación depende de donde vivo

Otro aspecto que influye en las desigualdades del país tiene que ver con el geográfico. “La desigualdad que tenemos con bienes y servicios que podemos acceder en la zona central, en Santiago, versus los bienes y servicios que puede acceder las personas en otros territorios”. 

“Sabemos que el acceso a la salud es muy diferente, a especialistas, a hospitales, atención oportuna, es muy diferente estar en Santiago versus otras regiones del país y también es muy distinto en las áreas de Santiago, en las cuales vivimos”, dice Amanda Telias.

“El 2% de las personas más ricas en Chile tiene un ingreso similar, en dólares, al 2% de personas más ricas en Alemania. Y Chile es un país más pobre que Alemania”. 

“Por lo tanto, si sus ricos son tan ricos, como los ricos de Alemania, es, porque algo no está bien” asegura el profesor, Javier Rodríguez, de la Universidad de la República de Uruguay, que hizo su tesis de doctorado sobre la desigualdad política y económica de Chile entre 1850 y 2009.


Desigualdad: Un problema histórico

“Yo lo resumiría así, nunca fue un país igualitario, pero en algunos momentos de su historia fue menos desigual que lo que ha sido del ochenta para acá”, asegura Javier Rodríguez profesor uruguayo.

“Chile viene de una sociedad durante la mitad del siglo XIX (1800) muy marcada por el régimen de hacienda, que viene desde el pasado colonial, en donde hay claramente una estructura de poder muy tradicional. 

“Hay ciertos avances, en el período salitrero, del boom del salitre (1880) donde hubo una reducción de la desigualdad. Tiene que ver con una cuestión un poco puntual que se generó ahí”. 

“La expansión de las fronteras hacia el sur, también hacia el norte, que le permitió a trabajadores de la zona central buscar oportunidades de vida en otros ámbitos” explica el docente.

“Luego hay un período de retoma de control dentro de la república oligarca (1900-1930), más tarde hay un período de democratización y expansión de sectores medios, en los años 40´, 50´, 60´, 70´, crecen los empleados, por ejemplo, porque las empresas se hacen más grandes”. 

“La sociedad había expandido la educación desde el período anterior. Hay más trabajadores administrativos, hay un crecimiento de la clase media, que se asocia y tiene lógica con cambios políticos, como la influencia del partido radical que es como el eje de ese frente popular”, continúa.

“Y eso llega a un extremo con Allende y aborta con el golpe, aunque ya era bastante problemático por desequilibrios económicos el gobierno de Allende”.

“Durante la dictadura la desigualdad sube mucho, se produce un cambio de nivel, como subir un escalón muy alto”. 

“A fines del ochenta Chile era el país quizás más desigual del mundo o andaba ahí. Se ha mantenido desde entonces un nivel muy elevado de desigualdad”, asegura el docente uruguayo Javier Rodríguez.

Como aspecto positivo, con la vuelta a la democracia el país ha tenido importantes avances en combatir la pobreza. 

“Chile en el año 1990 se decía que tenía un 68,5% de hogares vulnerables o personas en situación de vulnerabilidad”. 

Cómo mejorar el sistema

La profesora Amanda Telias cree que hay que mejorar en extender la cobertura del Estado, precisamente, para proteger a aquellos que no están trabajando de manera formal. 

“Se debería mejorar esta seguridad social, deberíamos estar más protegidos todos frente a estos eventos contingentes. No sólo aquellos trabajadores que están formales y protegidos, sino que extenderlo a trabajadores que lo hacen por cuenta propia, de manera informal”. 

“Un camino es formalizando, pero otra alternativa también es proteger. Que el Estado sea más protector frente a momentos de adversidad de todos”.

“Deberíamos tener acciones contingentes, para las situaciones en particular de las familias”. 

“Estar protegidos frente a la pérdida de empleo importante en el hogar, protegidos frente a la enfermedad de un miembro del hogar, etcétera”. 

“Y eso va más allá de los subsidios monetarios, sino que tiene relación con el sistema de salud que podemos instaurar, que podemos ampliar y profundizar, el sistema de educación… en fin” concluye.

Un aspecto en el que coincide la Directora del Centro de Estudios Socioterritoriales de Fundación Techo-Vivienda, Pía Palacios. 

“Tenemos que apuntar a como sociedad también empecemos a caminar para preocuparnos, entre todos”. 

“Sabemos de que el Estado tiene que ejercer un rol muy fuerte, tanto como ente fiscalizador como también de que asegure políticas públicas, de que efectivamente correspondan a un robusto sistema de protección social y no tan sólo dejarnos, prácticamente, a la suerte”.

El profesor uruguayo Javier Rodríguez lo ve de esta forma. 

“Yo creo que los principales objetivos son para distintos sectores, segmentos de la sociedad, de la política chilena”. 

“Uno es que, quienes han sido privilegiados, tienen el desafío de entender que están sentados sobre un volcán… Muchas veces las elites se suicidan”. 

“Toda revolución, en el fondo es un suicidio de una elite que no estuvo dispuesta a cambiar algo, a cambiar a tiempo, tratando de mantener sus privilegios. A veces les sale bien para las clases dominantes y hay veces donde terminan cortándoles la cabeza…”.

“Sectores más en la izquierda política tienen que entender que, si quieren reducir la desigualdad por una vía destructiva, el resultado va a ser peor”. 

“De alguna manera tienen que combinar eso, sin matar el funcionamiento del mecanismo económico”. 

“Para que la desigualdad sea un factor que contribuya a una mejora del bienestar general, de la calidad de vida, tiene que de alguna manera contribuir a la generación de riquezas y por eso es tan difícil también”, concluye.

Conoce las entrevistas de este reportaje