El microplástico según un estudio ecotoxicológico de Universidad Vrije de Amsterdam, llegó a la sangre de personas. 8 de 10 tienen plástico en el cuerpo.
Existen diversas maneras para que el plástico llegue a nuestro cuerpo, entre ellas, la ingesta de alimentos que contienen plástico o la inhalación de plástico de ropas, alfombras o tapicería, por ejemplo.
El problema de esto, es que el plástico puede provocar enfermedades asociadas al cáncer, por lo que su exposición de esta forma puede ser perjudicial para la salud.
Anualmente, hasta 12,7 millones de toneladas de plástico pasan a formar parte de nuestros océanos, según la Fundación Aquae. Los mares han sido utilizados como vertederos, lo que ha tenido consecuencias.
La primera señal de alerta comenzó cuando los microplásticos aparecieron en las tripas de pescados y mariscos. Ya en 2017, un grupo de científicos belgas anunció, que los amantes de los alimentos del mar podrían consumir hasta 11.000 partículas de plástico al año.
Con el tiempo, el plástico en el mar se ha ido desintegrando cada vez más, lo que lleva a que sea menos perceptible en el cuerpo.
Esta amenaza microscópica creada por el hombre no solo puede ingresar a nuestros cuerpos por la comida. Un equipo de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, decidió comparar la amenaza de la ingesta de mejillones contaminados en Escocia con la inhalación de aire que se produce en un hogar normal.
Su conclusión fue que durante una cena de mejillones, las personas absorberán más plástico inhalando o ingiriendo fibras de plástico diminutas e invisibles que flotan en el aire a su alrededor (fibras desprendidas de su propia ropa, alfombras y tapicería), que comiendo los propios mejillones.